Por Martín Romo

Como lo que se ve no se pregunta, vaya que en el marco del dominguero Día del Ejército Mexicano celebrado ayer, se volvió a demostrar la buena química que hay entre el “Gober” Padrés y los militares acantonados en Sonora, trátese de las fuerzas marinas, aéreas y cuanto más las terrestres, por la manera en que se codeara con los de la IV Zona Militar, al mando André Foullón.

Tal pareciera que saben de que pie coja el gobernador Guillermo Padrés, por su formación miliciana en la afamada academia militar de Roswell, Nuevo México, poblado tan famoso entre los avistadores de ovnis, Maussanes y demás apasionados de esos sucesos, al suponerse que es la única referencia de que ahí se conocieron los extraterrestres, al darse “un guamazo” una nave, la cual dicen recogieron los militares.

Y para quienes les queden dudas de esa buena vibra de Padrés con la milicia, es que apenas en el pasado Día de la Aviación, los jefes del escuadrón aéreo le obsequiaron una chamarra y hasta le permitieron que se subiera a un avión Caza; en tanto que ahora los de infantería repitieron el gesto del avioncito y le dieron una chamarra de comandante, lo que habla de que lo han consentido como a ningún otro Ejecutivo. Además de que en esta ocasión el evento no se concretó al tradicional desayuno de café con canela, huevos revueltos y tamales, sino que en verdad hicieron una fiesta en el campo de la IV Zona, pegadito a la colonia Bugambilias, ya que una vez escuchado el mensaje enviado por el presidente Felipe Calderón, en su calidad de jefe supremo de las fuerzas armadas, a Padrés le dieron su paseada por el cuartel. Toda vez que al Mandatario estatal le presumieron el armamento y la capacitación que reciben, e incluso hasta les sacaron reseñas fotográficas del recuerdo y del presente, como parte de una exposición que montaran para enmarcar la conmemoración, de ahí que fuera uno de los actos más reales y no nomás para cumplir con el protocolo o el requisito, como comúnmente se hace.