Por Rafael Rentería

No les estoy hablando de política ni de los que aconteció en el 2do debate entre los candidatos a la presidencia del país, sino de temas de boxeo. Sé que la mayor parte de quienes vimos la pelea del sábado entre Manny Pacquiao y Tim Bradley, fuimos testigos de OTRO de los grandes robos de la historia del boxeo. También estoy seguro que los millones de espectadores, vimos con claridad que el filipino se llevó la pelea, la cual, aunque no fue una de las mejores, si tuvo los méritos suficientes para salir con la victoria. Situación que no debió de haber pasado en su última pelea en noviembre pasado ante Juan Manuel Márquez.

El sábado por la noche la Justicia Divina del boxeo o la ineptitud de los jueces como lo quiera llamar, fueron los responsables de decretar un triunfo a un peleador que trato y no pude hacerle mucho a un Pacquiao que, aunque no estuvo como en años anteriores, sabía que tenía el triunfo en la bolsa. Las estadísticas son muy claras: Pacquiao conectó más golpes que Bradley: 253 de 751 que lanzo (34%) y por su parte el norteamericano solo atinó a 159 de 839 que lanzo (19%). Es decir, el filipino le gano 10 de los 12 rounds que pelearon y además le conectó 82 golpes de potencia más que su rival (190 vs 108).