Asoma en sus labios la sonrisa. Pulcra, estupendamente blanca y perfecta. A Paola Espinosa si algo le queda muy bien, es la pose que cualquier estrella de cine tomaría: espalda erguida, ojos bien abiertos, meneando el brazo saludando al universo. El camino a convertirse en leyenda empieza ya. Y está ahí. Como tantas otras veces lo ha estado en la plataforma del Centro Acuático de Londres 2012. Firme, segura, al lado de su cómplice con quien busca la gloria. El escenario toma forma de una mantarraya que se interpone entre el agua y el cielo.
Una prueba en la que las chinas Chen Roulin y Wang Hao, no dejan lugar para errores. Incluso en los entrenamientos, las clavadistas diminutas entran al agua en sincronía perfecta, amenazan con no ceder un solo momento. Haber conseguido en conjunto con Orozco, la medalla 12 para su deporte en una justa veraniega, siendo así la suya, la disciplina que más metales olímpicos se ha agenciado. Y a eso, habrá que sumarle su palmarés: dos veces quinta en los JO de Atenas 2004, tres veces campeona panamericana en los Panamericanos de Rio 2007, abanderada de México en Beijing 2008 y medallistas de bronce en esa edición en la plataforma junto a Tatiana Ortiz, entre otros.
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