Por Victor Fonseca Jacques
Hay tareas difíciles, pero creo que la de un agente policiaco es de las más complicadas. El tema, si bien lo hemos tocado en infinidad de ocasiones, cada día da para más. Sobre todo cuando ocurre un nuevo hecho sangriento en el que un elemento policiaco se ve involucrado, voluntaria o involuntariamente.
Siempre que hablo de esto me gusta marcar el antecedente: no conozco al elemento policiaco que presuntamente mató de un tiro a un joven del poblado Morelos. No sé quien es, si lo he visto no tengo idea de quien se trate. “El huarache me lo pongo antes de espinarme”, porque cuando das una opinión que otros no comparten, neciamente te relacionan con los hechos, aunque nada tengas que ver.
Hasta ahora, la confusión prevalece en torno a los violentos hechos del pasado fin de semana. Y nadie va a decir las cosas en la forma que no le convengan. De acuerdo a todas las versiones, porque es en lo único que coinciden, esa fue la razón por la que se inició el sangriento conflicto. Cuando los agentes quisieron intervenir y someter a los rijosos, estos no solamente reaccionaron violentamente contra los guardianes, sino que sus propios enemigos se aliaron a ellos y entre todos propinaron brutal golpiza a quienes pretendían calmar los ánimos. En un enfrentamiento donde se pierde el control todo puede suceder.
Culpable o no de un crimen, la autoridad se encargará de definirlo. Lo que sí queda claro una vez más, es que la policía ya no tiene garantía alguna para la ejecución de su trabajo. Si actúan, son arbitrarios y hasta asesinos. Si no lo hacen, son incompetentes e inútiles. Si se mantienen al margen, son una partida de cobardes. Es decir, en cualquier caso, la autoridad es la culpable de lo que pase. Los muchachos solo quieren divertirse.
Hay tareas difíciles, pero creo que la de un agente policiaco es de las más complicadas. El tema, si bien lo hemos tocado en infinidad de ocasiones, cada día da para más. Sobre todo cuando ocurre un nuevo hecho sangriento en el que un elemento policiaco se ve involucrado, voluntaria o involuntariamente.
Siempre que hablo de esto me gusta marcar el antecedente: no conozco al elemento policiaco que presuntamente mató de un tiro a un joven del poblado Morelos. No sé quien es, si lo he visto no tengo idea de quien se trate. “El huarache me lo pongo antes de espinarme”, porque cuando das una opinión que otros no comparten, neciamente te relacionan con los hechos, aunque nada tengas que ver.
Hasta ahora, la confusión prevalece en torno a los violentos hechos del pasado fin de semana. Y nadie va a decir las cosas en la forma que no le convengan. De acuerdo a todas las versiones, porque es en lo único que coinciden, esa fue la razón por la que se inició el sangriento conflicto. Cuando los agentes quisieron intervenir y someter a los rijosos, estos no solamente reaccionaron violentamente contra los guardianes, sino que sus propios enemigos se aliaron a ellos y entre todos propinaron brutal golpiza a quienes pretendían calmar los ánimos. En un enfrentamiento donde se pierde el control todo puede suceder.
Culpable o no de un crimen, la autoridad se encargará de definirlo. Lo que sí queda claro una vez más, es que la policía ya no tiene garantía alguna para la ejecución de su trabajo. Si actúan, son arbitrarios y hasta asesinos. Si no lo hacen, son incompetentes e inútiles. Si se mantienen al margen, son una partida de cobardes. Es decir, en cualquier caso, la autoridad es la culpable de lo que pase. Los muchachos solo quieren divertirse.
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