
La fotografía que han distribuido los chinos de una supuesta cuadra de la nave -que estaría varada intacta, con camarotes y todo, a 4.000 metros en el Monte Ararat- en la que puede apreciarse incluso paja es un insulto a la inteligencia, o una colosal broma, si es que estuviera en el ánimo de la expedición el propósito jocoso, lo que es de temer que no sucede. Al menos nos podían haber puesto ante unos restos con pedigrí, unas viejas cuadernas podridas con grafitos de Jafet. En fin, podría haber sido peor: afortunadamente no ha aparecido estiércol de la pareja de elefantes, aunque parece que todavía no han explorado a fondo la sentina.
El hecho de que la expedición, de hecho mixta chino-turca, esté impulsada por un grupo evangelista de Hong Kong, nos recuerda el daño que están haciendo a la arqueología las investigaciones pretendidamente científicas desde instancias religiosas y fundamentalismos.
No es la primera vez que aparece el Arca de Noé. La expedición más antigua que afirmó haber encontrado la legendaria nave o sus restos fue la del explorador británico sir James Bryce, en 1876, que anunció el hallazgo de una gran pieza de madera manufacturada en las alturas del monte Ararat.
0 Response to "El cuento chino del Arca de Noé."
Publicar un comentario