Por Martín Romo

Un golpe a la libertad de expresión…Una vez pasada la sorpresa y por donde quiera que se le vea, pero el que a todas luces significó un ataque no sólo a la libertad de expresión, sino también contra la integridad del periodista Gerardo Ponce de León, es la cobarde agresión que sufriera, al unos sujetos allanar sus oficinas y golpearlo, a partir de las hipótesis que han surgido de que iban por él.

 ¡Órale! Ya que como se sospechó desde un principio y sin ser “El Chapulín Colorado”, y de acuerdo a la misma impresión externada por el secretario de Seguridad estatal, Ernesto Munro, suponen que lo del supuesto asalto sólo se trató de una simulación o para taparle el ojo al macho, lo que refuerza la versión de que el atentado pudo haberse debido a que “pisó callos” con sus escritos como columnista. De ese pelo. Y ciertamente que ese móvil es el que más lógica tiene, de haber provocado ese acto de barbarie o violencia, porque si nomás hubieran querido asaltarlo, no lo habrían golpeado tan salvajemente, sino que únicamente lo someten y proceden a llevarse lo de valor, pero a como quedó de lesionado se intuye que lo agredieron con saña, al parecer con la consigna de amedrentarlo, al hablarse de que hasta lo amenazaron.