Durante cerca de 100 años, Francia y Alemania se arrebataron geografías políticas y mercados económicos. Fue una disputa que condujo, en parte, tanto a la Primera como a la Segunda Guerra Mundial.

De ahí que hayan sido tan emblemáticos los primeros acuerdos entre ambas naciones a mitad del siglo pasado, hasta que se convirtieron en la pareja central de la economía europea cimiente de lo que en 1951 fue la Comunidad Europea del Carbón y del Acero, en 1957 la Comunidad Económica Europea, y en 1992 la Unión Europea.

No está de más analizar este episodio de la historia para entender las potencialidades de la relación económica entre México y Brasil. La disputa entre ambas naciones es aún más antigua. Data de la época de la colonia y fue tan intensa y seria que tuvo que ser dirimida al más alto nivel religioso.

Si México no quiere ser el actor rezagado del siglo XXI, ni vivir añorando nostálgicamente los tiempos idos, éste es el momento de construir la dupla brasileño-mexicana; una muy similar a la franco-germana del siglo pasado.

Tuvo razón Mario Benedetti cuando dijo aquello de que “juntos, siempre somos mucho más que dos”. Si México y Brasil logran concretar acuerdos de mutuo interés, sin duda estaríamos en los albores de una nueva historia para toda Latinoamérica. Un parteaguas con respecto al pasado.