Por Arturo Soto Munguía
El partido en el gobierno desde 2009, el PAN, sus dirigentes, funcionarios electos y designados, parecen no tener más propuesta ni aspiración que mimetizarse en el PRI y los priistas que fueron echados del poder hace tres años, precisamente por un ejercicio de gobierno signado por la simulación y la mentira; la convicción de que el partido es una dependencia paraestatal y sus militantes, asalariados en una nómina que puede ser generosa, miserable o inexistente, de acuerdo a la genuflexa lealtad al grupo que manda en el gobierno. Los vientos de la alternancia en el país fueron probando, poco a poco, que esos esquemas dejaban de ser funcionales. El arribo a los gobiernos municipales y estatales; a las cámaras legislativas de otras fuerzas políticas replantearon escenarios y urgieron también a reconsiderar la conveniencia de mantener el ejercicio autoritario del poder.

En Sonora, por ejemplo, el gobierno de ese PRI que ‘controlaba’ todo, sufrió un histórico descalabro en 2009. Y fue derrotado por el PAN, que llegaba con una oferta novedosa que incluía cambiar todo y construir un Nuevo Sonora: no más autoritarismo, no más represión, no más impuestos, no más ejercicio autoritario del poder; no más corrupción, no más nepotismo, etcétera. Pero los vicios, errores, actitudes e ineficiencias que al PRI le costaron la gubernatura hace tres años, regresaron corregidos y aumentados en sólo tres del actual gobierno. Eso está a la vista.

La gobernabilidad en Sonora no pasa por sus mejores momentos. Hay una severa crisis en las finanzas públicas; hay una tendencia grosera a la mentira y el engaño; a la voracidad y el agandalle. En resumen, a todo aquello que provocó la derrota del PRI. Y junto a eso, existe también la premisa, entre los principales personeros del gobierno, de que todo se justifica “porque los priistas también lo hacían”. El problema es que no parecen apreciar el hecho de que precisamente por eso que hacían los priistas en Sonora, fueron echados del gobierno. 

En sólo tres años, el gobierno de Guillermo Padrés no solamente ha sido incapaz de probar que la alternancia vendría a oxigenar los viejos tiempos. Al contrario. Lo que ha sucedido es que el regreso a todas aquellas prácticas que provocaron la derrota del PRI en 2009, anticipan que el gobierno del PAN en Sonora pasará a la historia como un sexenio de debut y despedida.

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