El obligado reencuentro con nosotros mismos.

Publicado por Grupo Ormi On 14:23

Liébano Sáenz


Desde hace mucho tiempo, más de 12 años, el país deambula en la búsqueda de un mejor horizonte. Quizás todo inició en el fatídico 1994, año en el que mucho se perdió y nos remitió tener conciencia de una realidad de expectativas incumplidas y viejos problemas sin respuesta. Un trazo de seis años dio continuidad a cambios importantes y un nuevo siglo trajo consigo el fin de un largo periodo de gobierno de un partido. Ni alternancia, pluralidad o gobierno dividido han respondido a lo que la mayoría de los mexicanos anhela. Después de 12 años en el poder del viejo partido opositor, solo uno de cuatro electores le votó continuar. El mensaje inequívoco del 1 de julio es el del cambio, a grado tal que la mayor competencia por el triunfo se dio entre las dos oposiciones.

El Estado mexicano es más débil que siempre. La inseguridad es causa y, también, efecto. Su origen es la impunidad, ese corrosivo veneno que hace desconfiar en la ley y mina la convicción de que somos muchos más los buenos que los malos. La debilidad del Estado se muestra en índices de criminalidad que se extienden a muchas partes y que llegan al entorno de casi todas las familias. 

Con el presidente Enrique Peña Nieto llega una nueva generación de políticos. Pero no es la edad ni el origen, sino las formas y, muy especialmente, los hechos los que la acreditan. En el pasado reciente han tenido la visión para no dividir al país en la disputa por el poder; ahora tienen la misión de actuar no solo de manera distinta, sino en consecuencia al nuevo paradigma que nos lleve al reencuentro con lo mejor de nosotros mismos.

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